Que ausente te haces con los
ojos cerrados, elaborando sueños para resucitar al tiempo y aposentar el
corazón sobre los pedazos de nuestros misterios.
Todo está sumergido en las aguas
estremecidas de la ilusión condenada, que se extiende como una nube sobre el
cielo de las soledades y del corazón convaleciente.
Que ausente te haces con mi corazón a
oscuras, como una gota de agua ahogada en la fuente de la que bebimos. Pasan
los días en mi soledad mientras sigo acechando la ausencia con trozos de amor alegre.
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