PRESENCIA DEL FRACASO
Lo
que nos ha unido nos separará, lo intuyo. Y después los días serán tiempo
perdido, porque no quedará más que memoria, esa sensación difusa e incierta que
empaña la dulzura de lo que fue grato, de lo que fue querido. Me obstino en el
desaliento de no entender pacientemente aquello que no supimos retener por
temor a que la verdad despierte y nos lleve a ese infierno del que tantas veces
hablamos y que no nos lleva a ningún sitio más que a hacernos daño; ese tiempo
sin sentido que como un remordimiento te he venido reprochando.
Tengo temor al recuerdo -lo sabes- de
aquellos que te amaron, y aunque nos buscamos en el vacío de los días, con ese
instinto natural y primitivo de los que quieren ser amados, cuando los sentimientos
de nostalgia invadían nuestros corazones, también comprendí que tú antes amaste
a rostros con alma y cuerpo y donde pusiste tus ojos emocionadamente; amores
abatidos pero que perduran en mi tristeza.
Estoy en ese instante en que las dudas
suponen la constancia del fracaso,
el destello del ayer hecho
presencia.