Ya no se percibe la invisible
ternura sin destino en sus ojos de alba equidistante. Ahora solo queda la
certeza de sus interminables invenciones. ¿Qué fue de aquellos manantiales de
luz temblorosa que inundó el vacío duradero de mi existencia. Y la espera de su
ternura mas honda, del beso incierto? ¿Qué del lento regreso a los silencios
transparentes de las horas en que percibimos un crepúsculo diferente? Tal vez
mejor hubiera sido no creerte y buscar en el silencio de tus labios la confirmación
de la herida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario