31 diciembre 2014

REFLEXIÓN AL ACABAR EL AÑO


   Hubo un tiempo en que se vertebraban los ritmos de las cosas; que las palabras eran sentencias sin plasmar en documentos; que éramos capaces  de ser felices si nos lo proponíamos. Hubo un tiempo que fuimos suficientes para aprender de la vida, de las formas distintas de poder salir de las encrucijadas y de las incertidumbres de lo que pudiera suceder mañana.

   Contemplábamos las horas que no llegaban con una comodidad indefinible, aceptando las cosas con entereza y con la vaguedad de ser y de sentir la aplastante rutina de todos los días.

   Eran días largos y pensábamos en ellos con la ilusión de ser aquél nuestro mejor día, en los contornos perceptibles de nuestra insatisfacción permanente; en el suave tacto que te da la vida para entenderla y en aquella continua obstinación de querer ser felices.

   Hoy casi nada es como ayer, el horizonte es distinto y cada vez más distante. No sabría asegurar si mejor o peor, solo que es un tiempo desprovisto de nuestras viejas esperanzas y sueños. Algo más impersonal y menos seductor.

   Lo que compruebo esperanzado es que sigue habiendo algo que me empuja a separarme del desorden y de tanta indiferencia como veo a mi alrededor: el poder seguir escribiendo poemas; al tacto de una piel que te haga sentir joven e ilusionado; a seguir extasiándome con los aromas y sonidos de cielos no visibles; de la magia y el asombro de algunas palabras que me gusta oír mientras las horas carecen de valor.

   Todo eso y el indulto de todos los errores cometidos sin mala fe. Contemplar a lo lejos un cúmulo de nubes por donde se abra paso un sol que con lasitud nos cautive antes de llegar el invierno.
Que el próximo año sea de esperanza y que todos podáis conseguir aquello que la vida no ha podido daros. Feliz 2015.



23 diciembre 2014

ESPERANDO EL MOMENTO


Hace tiempo que quiero decirte algo, pero no encuentro el momento.  Es como si la voluntad de acercarme a ti se hubiese quedado varada detrás de la nostalgia, de los recuerdos inmensos que se desbordan en el tiempo. Y ahora que la vida se derrumba entre oquedades y sombras es cuando ansío hablar de las cosas inacabadas sin anclar mis silencios en la espera perdurable del olvido, sin rencores en la piel de la conciencia.

No quiero aprender a olvidarte  y perderme otra vez en el laberinto de la duda que implacable me sigue. No quiero perder el soplo sereno de tu sonrisa, ni la seda suave de tu mirada. Estoy buscando las palabras en el silencio de las horas, y en mi memoria eres hoy el principio del camino, el final del laberinto de la cobardía.


Voy a encontrar el momento de buscar el lugar en donde puse tus caricias y descender las escaleras del tiempo, para buscar en tu ausencia lo que de ti persigue mi esperanza, y ver si consigo hacerlo.

11 diciembre 2014

EL FUGAZ PRESENTE


  En mañanas de invierno, perezosas, con tenues brisas salinas de simple transparencia, se transporta una luz que se precipita a bocanadas sobre los somnolientos y perezosos ojos que lo han visto casi todo; y en las aladas ramas del sauce de la vida perviven como lágrimas sus ajadas hojas, en un último y efímero intento por conservar su porte ante el irremediable embate del tiempo.
   Alrededor de su geografía el brillo matizado de la piel, como la hierba sometida al bálsamo del rocío, ofrenda que brinda la naturaleza con gestos que prenden con la inmediatez de la verdad, la proximidad de lo efímero contemplado desde la trémula lucidez que da la experiencia.

   Me encamino hacia la liviandad de todo lo que he sido,  contemplando con avidez paisajes que, aunque repetidos, es una elegía a la perseverante abstracción. Llegará mi ausencia y el musgo seguirá enredado como la melancolía en la soledad. Y esperaré una mañana más la música tenue de la brisa que me diga cual es mi viaje.