FRAGMENTO DE UNA TARDE
Me pediste, ardiente cuerpo entregado,
que deshojara un poema para ti al oído,
con voz queda y disuelta en el aire
románticamente de tu boca.
A ti, que poblé de versos tu cuerpo
a cambio de entregarte mi alma.
Que te he vivido a oscuras con mis ojos
esparcidos por tu gracia inesperada;
que a fuerza de esperar desesperado
he llegado a ti,
cuando iba buscando
la imposibilidad de tu presencia.
Y en ese ámbito tan entregado,
tan cierto,
del otro lado ya de las ardorosas ansias
que apaciguan las caricias,
te abrigas en la cálida oscuridad
creyéndote en otro mundo.
No hay voz para el poema,
solo conciencia de complicidad
para quererse tanto.