Estaba como los árboles sin hojas y con los ojos más tristes
que un atardecer sin luz. Su mirada hablaba de la noche y del asombro y no quedaba
en el aire ni la brisa de su aroma ni la dulzura de sus gestos. Su joven voz de
verano estaba desprendida, remansada en los estanques de un cuerpo nebuloso que
habitaba enclaustrado en su único pensamiento, el absurdo humano que hace del
amor el escalofrío y el asombro.
Era un laberinto rodeado de volcanes, un horizonte de fuegos
del que no esperaba nada, ni siquiera una palabra de futuro. Y sin embargo seguía paciente
esperando que corriera el tiempo, mirando los soles que nacen y se ponen cada
día, mientras sorteaba como una sombra la pradera de los hombres.
Este poema me ha hecho llorar...
ResponderEliminarEste precioso poema me ha encantado y emocionado♥♥
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