La noche suena y se estremece y la madrugada inventa
melodías, como el sueño fugaz y seductor de nuestra conciencia que permanece
estática, fija, permanente; escrita en la piel de nuestros cuerpos que nadie ha
visto, que nadie escribirá jamás.
Me pierdo en el laberinto de músicas y sombras y no me
encuentro a mí mismo,
ni te encuentro a ti; no encuentro nada, ni noche, ni luz ni
madrugada. Soledad y silencio, nocturno y alborada.
Como otras tantas noches acaricio mi corazón dormido,
enmudecido como la piedra, cosido en carne de dolor. Y me queda el recurso de vaciar el alma, y el reducto de la
esperanza de una conciencia que no estorbe. Tengo la sensación de haber
perdido, absorto, en lentísimas horas, el oscuro tiempo.
Muy bueno!!!
ResponderEliminarGracias por tu apreciación.
EliminarSobrio, personal... Para leer varias veces. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias Antonio, tu opinión es muy apreciada.
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