MEMORIA
Quiebra el viento en la soledad de la tarde
y llegan pacientes las horas que otras veces
resultaban huidizas, como clandestinas;
noctámbulas entre los almanaques del tiempo
que una vez vivimos.
Eran tiempos
desbocados de asombro, de ardores sorpresivos
que le daban a la vida el espacio de profundo
esplendor que solo la euforia de los años
procaces desbarataba toda responsabilidad,
ese invento feraz que con tanta insistencia
se precipitaban en nuestras mentes.
Así duermen
las huellas de nuestra desnudez, los vestigios
de antiguas estaciones que llegaron a cultivar
nuestras íntimas derrotas.
Quedan los flecos
de aquellos ecos coincidentes, la inmensa
devoción de aquel tiempo compartido, signos
confusos de incierta estabilidad.
Antiguos sueños
de un afán contenido en la vieja llama adolescente.
La larga tortura de estos recuerdos sin retorno.
La arista incómoda que preside la oscura voluntad
de la cobarde huida.
Mi galería fotográfica
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