MARTES
Pensábamos que ya era tarde,
muy tarde para casi todo cuando,
sin esperarlo,
brotó el vértigo de los cauces
por donde discurríamos sin vernos.
Todo fue un deshojarse pleno,
un quedarse en la palabra última
sin más distancia que encontrarse
y tan verdad como las inagotables
formas de nuestras manos palpitando.
Y el ritmo de los martes nos trajo
una nueva forma de vivir soñando,
un tropel de formas desmelenadas
transportándonos de cielos a abismos,
desde el alba hasta el crepúsculo,
enamorados de vivir, amándose.
Del poemario En la otra orilla del mundo
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